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Lecturas y relecturas

Carta abierta a José Julio Cabanillas con motivo de La luna y el sol. [José Julio Cabanillas: La luna y el sol, Sevilla, Ediciones de la Fundación de Cultura Andaluza, “Cuadernos de Poesía Númenor”, n.º 16, 2006]

María Ángeles Pérez Rubio | Descargar PDF


Eran los primeros días de marzo, en Granada. La presentación en la Biblioteca de Andalucía del último libro de relatos de Pilar Mañas tuvo el interés añadido de reunir a un grupo de amigos. Del presentador del acto lo desconocía todo menos su nombre: José Julio Cabanillas. Ahora lo sé casi todo, porque con La luna y el sol he descubierto que su infancia es la mía.

Aquel acto tuvo algo de inusual. Se habló por supuesto del libro que allí nos había reunido, de la sutileza y el primor con que está escrito... Pero la autora de Cuevas aprovechó la ocasión para leernos dos poemas de La luna y el sol. ¿Tan sólo un gesto de cortesía de nuestra amiga para con su presentador? Sería por supuesto de agradecer. Pero estoy segura de que hubo algo más. Fue el deseo de comunicarnos el hallazgo de un texto en estado puro de lirismo lo que le hizo compartir con nosotros esas dos emotivas lecturas. Fue un regalo impagable.

El libro me interesó a instante. Me hice -no fue tarea fácil- con La luna y el sol tan pronto como pude y con él descubrí mi infancia, mi niñez, envuelta en las cuarenta páginas, en los veintiséis poemas en prosa deliciosa que componen el libro.

Y por ese espacio y ese tiempo, entre sus hojas, anduve una y otra vez, descubriéndome. Y me quedé. Y me recreé en el recuerdo de los días de marzo (o abril), en las luces y en las sombras; en los miedos y en los sueños; en las creencias y en el espacio, a salvo, que eran los padres y la casa.

De la mano de José Julio, de su obra, anduve su universo infantil, tan preciso: anduve mi infancia. Nuestra infancia. Como él, nací en Granada, en el Campo del Príncipe, en el Realejo y como él, también me encuentro a la mitad (¿mitad?) de mi camino. Tal vez pudimos vernos algún día y es ahora, al cabo de los años, cuando nos hemos reconocido.

Pudimos coincidir en la Calle Molinos, tan bien reconocida, tan “de bronce”, con el sordo bullicio de las calles del barrio. ¿Sería en el puesto de Ignacia en el que los arenques de ordenados perfiles llamaron tu atención en sus cajas redondas como soles? Quizá fue al final de la calle, camino de Vistillas, donde parece que al estirar la mano puedes tocar los picos de la Sierra. En mi vida de entonces también hay una monja, una medalla colgando de mi cuello y un uniforme que lleva en su faltriquera un sioux de mi hermano. Te lo regalo.

Inevitablemente nos habremos cruzado alguna vez. En algún momento de todo el ir y venir que es este libro, de todo este mosaico de la infancia convertido en palabra precisa, en instante imborrable, en un recuerdo cierto.

Me deslizo por sus páginas con la misma premura de quien sabe que va a descubrir lo que, por lejano y recordado, cree que no haya existido. Y me adentro, como tú, José Julio, en el taller de “Las bordadoras”, y me extasío y me prendo en la red invisible del tul que presagia convertirse en jardín. Mila se llamaba la bordadora de mi infancia.     

¿Cómo sabes tanto de mí sin conocerme? ¿Quién te ha dicho que yo pasaba temporadas en el pueblo, que recogía agua del pozo o de la acequia, que subía a las eras para trillar? ¿Dónde has averiguado que en el pueblo conocí los nombre de los árboles y de los frutos y que con la esportilla no recogí aceitunas, pero sí me hicieron un mecedor en un olivo? ¿Qué hay en tu libro que no sea mi infancia?

Cuando la ciudad, Granada, aún no había despertado, mi madre me subía a la Alhambra. Todo un verano. Desde la Fuente del Pimiento hasta la del Tomate se deslizaban, pendiente abajo, las hojas que tiraba por los senderos del agua. Eso creo. Yo nunca pude verlas llegar; no podía fatigarme. También estuve enferma.

Ahora, a imitación de aquello, son otras hojas las que tú lanzas desde un punto del sendero de la vida, desde el recuerdo. Y llegan. Sí. La luna y el sol así lo dice. Gracias por este libro, José Julio Cabanillas. Gracias por escribir mi infancia.


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ÍNDICE

Materia

Volverse loco no está al alcance de cualquiera.
Judit Bembibre Serrano y Lorenzo Higueras Cortés

El desequilibrio de la proporción. Mª del Coral Morales Villar y Francisco José Comino Crespo

Acercamiento a la representación plástica de la locura en Occidente. Victoria Quirosa García

Delirio y drama en Daniel Paul Schreber. Sergio Hinojosa Aguayo

Del qué al quién. Ciclotimia, celotipia y psicosis paranoide en Él de Luis Buñuel. José Luis Chacón

Varia

Un ejemplo de análisis de una obra medieval: el madrigal Fenice Fù de Jacopo da Bologna. Enrique Lacárcel Bautista

Una aproximación a la producción religiosa de Antonín Dvořák: el caso del Requiem op. 89 Enrique Lacárcel Bautista

Sobre el problema de la experiencia privada en Wittgenstein. José Eugenio Zapardiel Arteaga

Sobre la Comunidad de de la Diferencia. Sergio Hinojosa Aguayo

Freud, Habermas y la cuestión de la política. Miroslav Milovic

Algunas consideraciones iniciales sobre un crítico del 27: Luis Cernuda. Mariano Benavente Macias

Homo bulla. Notas sobre el último libro de Juan Carlos Abril. Juan José Ramírez

Glosario de (contra)psicología y guía de conversación (I). Abulia. Judit Bembibre Serrano y Lorenzo Higueras Cortés

Galería

Una semana distinta. Marta Iglesias

Lecturas y relecturas

Vespro della Beata Vergine de Claudio Monteverdi. Francisco José Comino Crespo

Al otro lado, con Milena. José Pallarés Moreno

Carta abierta a José Julio Cabanillas con motivo de La luna y el sol. María Ángeles Pérez Rubio

Aulaga de Rafael Juárez. Pablo Valdivia

Ferias de María Salgado
Mª Jesús Fuentes

El dolor de las cosas de Joaquín Rubio Tovar. Enrique Nogueras

El año de la liebre de Arto Paasilinna. José J. Cañas

Los Indomables de Filippo Tommaso Marinetti. Mamen Cuevas Rodríguez

Cuevas de Pilar Mañas. Susana Bernal Sánchez

El Personero. Portavoz y Defensor de la Comunidad Ciudadana de José Rodríguez Molina. Lorenzo Higueras Cortés

¿Qué es lo que pasa? De Agustín García Calvo. LHC

El Hospital Real de Granada. Los comienzos de la arquitectura pública de Concepción Félez Lubelza. LHC