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Gorgona

Babel Libros
Publicación semestral - ISSN:1988-3927 - Número 4, marzo de 2009
Varia
De espaldas a la realidad

Luis Navarro Ardoy | Descargar PDF

 

Pasan y pasan días y en cada uno de ellos es posible advertir en nuestros calendarios o en las páginas de la prensa escrita, ignorando la información que llega vía correo electrónico, la conmemoración de un día internacional, mundial, europeo, nacional o local de cualquier cuestión o gusto. Mantengo una actitud confusa ante la abundancia de este tipo de eventos. Son jornadas pías que se extinguen con la llegada de una nueva causa, al día siguiente, al otro, y al otro, y al otro; ¿no es mucho causar y de tanto causar es posible llegar a propiciar una indiferencia tirando a pétrea el resto del año?

Tenemos el Día Internacional de la Arquitectura, que se celebra todos los primeros lunes del mes de octubre coincidiendo con el Día Mundial del Hábitat establecido por la ONU. Pero también contamos con el Día de la Biblioteca, el Día Internacional de las Aves, el Día del Empleado de Comercio y Día Internacional de las Relaciones Públicas, el Día Internacional para la Tolerancia, el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial, el Día Mundial del Correo, el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas, el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, el Día Universal del Ahorro, el Día Mundial de la Filosofía, el Día Mundial de la Voz, el Día Internacional de las Cooperativas, el Día Internacional de la Aviación Civil, el Día Mundial del Sueño, el Día Internacional de Internet, el Día Europeo de la Salud Sexual, El Día del Orgullo Friki, el Día de la Toalla, el Día de…

Podríamos continuar multiplicando los ejemplos, pero lo anterior basta para fijar el tema y para manifestar desde aquí una postura, en este caso crítica, hacia todas las personas e instituciones que de un modo u otro aprovechan la coyuntura para sacar beneficios o muchos beneficios a consecuencia de conmemorar de esta manera una causa. Porque, siguiendo la línea argumental valorativa, si a utilidad nos referimos con este tipo de actos, en demasiadas ocasiones habría que situarlos en una escala de poca o muy poca utilidad. Spot y vallas publicitarias, chapas, póster, revistas, folletos y un largo etcétera. Todos en miniatura o en tamaño real; de todos los colores o sombreados; elaborados con las más altas calidades de diseño gráfico o hechos de manera manuscrita.

Si se ha consensuado el Día Internacional del Turismo y Medio Ambiente, reciclemos no sólo ese día, sino todos. Si el 20 de septiembre también se ha adoptado de común acuerdo el Día Internacional Sin Coche, no usemos sólo ese día la bicicleta o el transporte público, sino adoptemos ese comportamiento con mayor asiduidad. Para las apariencias está muy bien utilizar la bicicleta o el transporte público ese Día Internacional Sin Coche aunque, claro, al día siguiente ya estamos otra vez montados en nuestro vehículo para ir al quiosco de prensa situado a 200 metros de casa. Y mientras ocurre todo esto, continúa el creciente deterioro de las condiciones ambientales que derivan de los modelos desarrollistas impuestos por las sociedades industriales.

Ya está bien de mandar sólo mensajes de solidaridad el Día Mundial de la Alimentación, emprendamos actuaciones desde el primer día para posibilitar una lucha eficaz contra el hambre, que garantice una seguridad alimenticia para todas las personas, todos los días del año, hoy, mañana y pasado mañana. Millones de niños y niñas mueren al año de inanición y la obesidad infantil en los países desarrollados se presenta como uno de los principales problemas a los que se enfrentan las autoridades sanitarias en este decenio. Sólo en Estados Unidos se estima que hay 8 millones de obesos y obesas. Como vemos, paradojas no faltan en estos Días Mundiales de la Alimentación, de la Salud, de la Solidaridad, de la Pobreza o de la Paz.

A fuerza de hablar y de conmemorar este tipo de días, a menudo nos olvidamos de subrayar el hecho empírico del acelerado crecimiento de la desigualdad de ingresos y riqueza, de exponer sus causas y orígenes y, más aún, de ponderar sus consecuencias. De todo ello a menudo nos olvidamos pese a que la desigualdad –mídasela como se quiera– parece galopar sin brida ni rienda tanto a escala planetaria como local, tanto en los países pobres como en los ricos. Ya lo decían los profesores De Francisco y Raventós, “hace ya tiempo que ha rebasado el nivel de lo social, lo ética y lo estéticamente tolerable” [1].

La extrema desigualdad está haciendo de este nuestro mundo un lugar inestable, reprobable y feo. Los ochenta y cuatro personajes más ricos del mundo poseen una riqueza que excede el PIB de China con sus 1.300 millones de habitantes. El director general de Disney, Michael Eisner, cobra nada más y nada menos que 576,6 millones de dólares (unos 405 millones de euros), lo que representa 25.070 veces el ingreso medio de los y las trabajadoras de esta misma empresa. Un sólo ciudadano de Estados Unidos, Bill Gates, dispone de más riqueza que la del 45% de los hogares de aquel país. Otros ejemplos como el de Warren Buffet, inversor estadounidense y a menudo conocido como el “Oráculo de Omaha”, y el de Carlos Slim Helú, empresario mexicano, siguen mostrando las enormes diferencias de ingresos y pobreza que conviven en nuestras sociedades. Así se desprende de la última clasificación realizada por Forbes Magazine de las personas más ricas del mundo (The World's Richest People) y la Forbes 20 under 25: young, rich & famous (jóvenes, ricos y famosos) [2].

Aunque hoy fuese el Día de la Igualdad Salarial, las cifras nos seguirían mostrando que el 5% de los hogares con mayor poder adquisitivo de Estados Unidos dispone de casi el 50% de la renta nacional. Mientras tanto, ochenta países en el mundo tienen una renta per cápita menor que hace una década. Asimismo, la mitad de nuestra especie, 3.000 millones de personas, malvive con un presupuesto raquítico: menos de 2 dólares al día y, de éstas, 1.300 millones, con menos de 1 dólar diario. El economista norteamericano Robert Frank, conocido en el ámbito universitario por su fabuloso manual de teoría económica, explica que, del conjunto de la ciudadanía de su país, el uno por ciento más rico se embolsó el 70% de toda la riqueza generada desde mediados de los años setenta [3]. Para España no existen datos equiparables que sean públicos, pero es muy probable, según expertos fiscales que llevan años rastreando el terreno, que las cifras sean comparables. Sería muy posible que más de uno de nosotros tuviese como vecino a una persona que multiplicase por diez el salario medio mensual, tanto mejor que mantenerlos en secreto.

Mientras que muchos países ricos destruyen, para aumentar su PIB, millones de hectáreas de bosques o contaminan el aire que respiran o su agua, dentro del Plan Alimentario Mundial (PAM) se calcula que 1.100 millones de personas del Tercer Mundo no tienen acceso a agua potable o que hay familias que deben caminar tres o más horas diarias para llenar bidones de un líquido pardo, denso e insalubre con el que se lavan, beben y cocinan; apenas cinco litros diarios por persona, los mismos que se derrochan en Occidente cuando alguien tira de la cadena del retrete. Resulta difícil comprender las estadísticas de la miseria, pero no así identificar un mapa de la pobreza crónica en el que estarían zonas de África como Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán, Etiopía, Eritrea y Somalia. Poblaciones en las que muchas mujeres dedican entre cuatro y ocho horas diarias de su existencia a buscar agua, en las que casi el cien por cien de ellas son analfabetas y en las que el cincuenta por ciento de los niños se queda sin escolarizar.

Mientras que día tras día personajes se embolsan millones y millones de beneficios, se fotografían y posan reclamando mayor solidaridad, más ahorro de energía, menos desigualdades y más lucha contra el hambre, nunca en la historia de la humanidad hubo tan pocos ricos tan ricos ni tantísimos pobres tan pobres, con todas las consecuencias que ello conlleva. Una de ellas es que, en grado diverso, hace vulnerables a amplias capas subalternas de la sociedad. “Y con la vulnerabilidad viene la dependencia, con la dependencia la falta de libertad y con la falta de libertad, en grado diverso, la condición servil y la pérdida del autorrespeto”, de nuevo citando a Raventós [4]. Otra consecuencia es que pone en manos de unos pocos poderes y recursos desmedidos que pueden condicionar y sesgar el proceso político del lado de sus intereses privilegiados, socavando así toda esperanza de democracia real y quebrando la igualdad política que subyace al ideal de ciudadanía. Además, la extrema diferencia de ingresos y riqueza entre ricos y pobres quiebra la comunidad, rompe los lazos de fraternidad, genera espacios de diálogo con intereses económicos de por medio y desata, de un lado, la codicia de los pocos y, del otro, cuando no la envidia y el resentimiento, siempre al menos la frustración, y muchas, muchas veces, la desesperación de los muchos.

Y lo peor, lo más insoportable y vergonzoso, es que las mencionadas desigualdades podrían solucionarse o por lo menos reducir la distancia que las separa. Porque, como diría Rosa Montero, “no se trata de un objetivo de dificultad insuperable, no estamos hablando de crear una colonia en Marte, por ejemplo, sino de algo que, aunque por supuesto no exento de dificultades, está a nuestro alcance” [5]. Existen vías de desarrollo alternativas en los países del Tercer Mundo que permiten abandonar de forma duradera el estado de insultante pobreza al que se ven sometidos la mayoría de sus habitantes.

No faltan reuniones, conmemoraciones y buenas intenciones como la cumbre de la Alimentación de la FAO del pasado mes de junio sobre la subida del precio de los alimentos. Una pomposa reunión en Roma con la asistencia de 50 jefes de Estado y 100 ministros; durante tres días charlotearon y se lucieron y es de suponer que también se gastaron un presupuesto de órdago en la organización y desarrollo del evento. Una pantomima que sirvió más bien para nada, porque la cumbre fue un completo fracaso y culminó sin alcanzar ningún acuerdo efectivo. Demasiadas buenas intenciones generales de altos mandatarios y apenas si hubo el establecimiento con claridad de un orden de prioridades, siempre necesarias pero aún más en este caso. Si las posturas críticas son siempre necesarias, de nuevo lo son más en estos casos. En este tipo de reuniones es posible contar con los dedos las personas que se atreven a criticar las actuaciones de los organismos internacionales, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial de Comercio, que no son ajenas a los problemas que padecen tantos países que se encuentran en situación de subdesarrollo. ¿Por qué proponen acciones para acometer tantos males que atenazan al mundo de nuestros días y todo queda como una declaración de buenas intenciones?

Por ello, no se hace un adecuado diagnóstico de la situación en la que nos encontramos, en la que se encuentran muchas sociedades o en la que nos encontraremos nosotros mismos el día de mañana. No se avanza lo suficiente para que se nos ayude a conocer el lugar en el que estamos y, por tanto, las respuestas no resultan adecuadas, aparte de ser limitadas e insuficientes, por lo que las medidas vuelven a ser meras declaraciones de buenas intenciones, sin especificar lo que se va a hacer, cómo se va a hacer y cuándo se va a hacer.

Y mientras todo esto ocurre, allí, al fondo, por detrás de tanta incompetencia y tanta incuria, el inaudible quejido de esa séptima parte de la población mundial que muere de inanición con mansedumbre. Muriendo en silencio, discretamente, cientos de miles cada mes, encerrados en sus humildes casas o en sus chozas, sin fuerzas para protestar, abandonados. Son unas víctimas muy cómodas. Una verdadera catástrofe planetaria constante que nos las apañamos para ignorar. Una verdadera paradoja de un mundo que, por un lado, revienta de grasa innecesaria (obesos) y, por otro, permite el lento y aterrador tormento de la muerte por inanición (famélicos). Medio mundo rico obeso y otro medio famélico y con su ciclo de hambrunas. Débil consuelo: los menos alimentados ganan en las olimpiadas, porque el hambre los ha estilizado y les empuja en los riñones.

Pero para los días en que casi por decreto se celebra algo las listas no son exhaustivas. Al llegar a 365 festejos habrá que celebrar algo dos o tres el mismo día. La Iglesia ya hizo su santoral y como contiene más santos que días tiene el año bisiesto, su procedimiento fue mandar a obsolescencia a los primeros miles de estos veinte siglos y guardar los que están más de moda. O poner dos o más santos la misma fecha.

Termino.

Quizás haya que acabar celebrando el mismo día el día del bisabuelo y del biznieto, el día del cuñado y la cuñada, de la hermana y el hermano, del viudo y la viuda, el día del verdugo y de su víctima, del torturador y el torturado; el del ama y la criada, el día del vencedor y del vencido, el día del ladrón y del expoliado, el día del homosexual, del bisexual, del asexuado y del padre de familia numerosa, el día del creyente y del descreído o del agnóstico, el día del rácano y del despilfarrador o dilapidador, el del lector y del analfabeto, el del escritor y el ágrafo. Y hasta el día del multimillonario y del mendigo.

 

Notas

[1] De Francisco y Raventós: Ricos y pobres

[2] Forbes Magazine

[3] Frank, R. (2005), Microeconomía y conducta, 5ª edición, McGraw-Hill Interamericana.

[4] Raventós: Polis

[5] Montero, R. (2008), “Obesos y famélicos”, El País Semanal, domingo 27 de julio de 2008, nº 1.661.

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ÍNDICE

Materia - Lévi-Strauss

El lince y el lobo: Montaigne releído por Lévi-Strauss. Juan Carlos Rodríguez

La impronta de Claude Lévi-Strauss en la antropología del parentesco. Enric Porqueres i Gené

Lévi-Strauss: el último moderno y el primer postmoderno. Ángel B. Espina Barrio

El “combate” contra el racismo en Claude Lévi-Strauss. José Antonio González Alcantud

Varia

La luz y la creación de ilusiones espaciales. Alejandro Cervilla García

Los hijos del azar: la problemática del sujeto frente a la historia en la obra de Theo Angelopoulos. Aarón Rodríguez Serrano

Samuel Beckett traductor de sí mismo en En Attendant Godot. Su análisis: una nueva forma de comprender al autor. Laura Santana Burgos

De espaldas a la realidad. Luis Navarro Ardoy

La seducción de la palabra. Luis Gutiérrez Rojas

Glosario de términos relevantes en los ámbitos de la semiótica, de la biología y de las ciencias cognitivas (con una cola de citas textuales relevantes). (I). Mirko Lampis

Galería

Cuba. Sandra Istambul

Maquillajes. Marta Iglesias

Lecturas y relecturas

Contra el horror y el olvido, la Música. Ana Bocanegra Briasco

El anhelo de lo infinito y trascendente en Franz Schubert. Ana Bocanegra Briasco

Reverter, Arturo. El arte del canto. El misterio de la voz desvelado. Madrid, Alianza Editorial. 2008. Francisco José Comino Crespo

Contra el cinismo y la resignación. Matilda. (2008). Para ser movimento. Planeta X Discos. Rosario, Argentina. Emilio Quintana

Shah, Tahir. La Mansión del Califa. Nuestro primer año en Casablanca. Alcalá la Real, Ediciones Alcalá, 2008. Mirko Lampis

Pallarés Moreno, José. Cuadernos de Arena, Granada, Diputación, 2008 (Colección Genil). Enrique Nogueras Valdivieso

Respirar bajo el agua de Pablo Valdivia o ¿qué es la poesía?. Rui Gonçalves Miranda

Ávila, Miguel Ángel. Anfa. Tenerife, Isla Varia, 2007. Susana Bernal Sánchez