Subtítulo
Ouroboros
Ouroboros
Publicación semestral - ISSN:1988-3927 - Número 2, marzo de 2008
Varia
Al Andalus: meta o mito de Al Qaeda[1]

Tomás Navarro | Descargar PDF

Nadie puede negar la existencia de ocho siglos de presencia islámica en la península Ibérica. Desde el año 711 hasta 1492, este país arabo musulmán de inspiración siria ocupó diferentes extensiones geográficas y, en el transcurrir de sus ocho siglos de vida, fue gestándose con la presencia del primer omeya y primer emir, Abderramán I "El Inmigrado". Se consolidó este iniciático emirato con Abderramán II y ya con el célebre Abderramán III "Al Nasir" tuvo posteriormente su cénit irradiante al proclamarse primer califa de Occidente.

Así, en esta primigenia etapa, del 711 al 1036, Córdoba aparece ante los ojos del mundo como lo que fue: una gran capital para un gran Estado musulmán peninsular. Y este espacio territorial se denominó Al Andalus.

Bajo la égida del Califato de Córdoba, Al Andalus aportó lo más variado y rico de su esencia mediterránea y poder continental a través de sus relaciones con la Europa cristiana y, a la vez, frente al norte de África y el Mediterráneo Oriental.

La historia, o mejor dicho las sorpresas de la historia misma, narran -mas no explican- cómo desde la Arabia Feliz a mediados del siglo VI surge y se desparrama por el mundo conocido una visión espiritual de un único Dios que, articulado inicialmente bajo el patrón político-religioso y oral del profeta Mahoma, llega a dominar siglo y medio más tarde, con el Noble Corán en la mano, desde los Pirineos en Occidente hasta la frontera china por Oriente.

Su rápida expansión no explica por sí misma este fenómeno y deja entrever que su insólita velocidad se comprende gracias a la doble crisis moral y política que las sociedades del momento padecieron tanto en Oriente como en Occidente.

Es en este marco favorable donde, en Al Andalus, se forja la meta de un genuino país árabe incrustado en el sur de Europa que, tras su derrumbe en Granada en las postrimerías del siglo XV, forja, en igual medida, el mito de toda su existencia.

Caído el Califato en 1032 y abolido en 1036 por los ciudadanos de Córdoba en un incipiente movimiento musulmán republicano, hartos y ofendidos hasta el límite por el interminable masbaha (rosario) de aspirantes a califas que necesitaban la resonancia (y saqueos) de Córdoba en sus postulados político-religiosos, es cuando los Muluk al Tawaif (Reinos de Taifas) imponen de iure y de facto su existencia.

Este nuevo y dividido mapa peninsular, donde ni cristianos hispanos en el norte, ni musulmanes hispanos por el sur, detentan la fortaleza de imponerse a todos los demás, inaugura hasta la fundación del Reino Nazarí de Granada en 1232, un turbulento y agitado tiempo de luces y sombras hispanoárabes y arábigo andaluzas, ya fuere en el campo de la cruz como en el de la media luna, que no iban a quedar circunscritas sólo a sus actores en la península Ibérica.

Si del conjunto de regiones remotas que, partiendo de Arabia, el Islam recorrió vertiginosamente hubo una que lo fue aún más: el Norte de África.

Desde el oasis de Siwa, en el extremo oriental del desierto líbico-egipcio y hasta el Magreb al Aksá (Marruecos-Mauritania) el Islam lo cruzó en decenios, mientras que Roma tardó siglos. Las razones de esta vasta ocupación en espacio y tiempo, aún hoy son objeto de intenso debate entre arabistas, orientalistas y académicos occidentales... Mas lo cierto es que lo hizo. Sin embargo, la arabización posterior al sometimiento al Islam sólo triunfó en Al Andalus, mientras que de Marruecos a Libia este proceso quedó reducido a las capas aristocráticas musulmanas, siendo por tanto la mayoría de la población islamizada, mas no arabizada, lo que dificultó (y mucho) el establecimiento incipiente de emiratos o sultanatos estables

Esta incapacidad político-religiosa, además, venía cainitamente envenenada gracias al establecimiento del Califato Fatimí (chií) en Egipto y, dentro del campo sunní, a la rivalidad califal entre la Córdoba omeya y la Bagdad abbasída, donde también el imperio de Bizancio jugaba sus propios intereses geoestratégicos.

Así Al Andalus, sobre todo en la época del "mayordomo de palacio" y general invicto, el amirí Al Manssur (Almanzor), intervino notablemente en el norte de África logrando frenar e interrumpir el flujo de propaganda chiíta-fatimí y, a la vez, evitar en la región alianzas proabbasidas.

Caído el Califato, con Al Andalus en fitna (guerra civil) y establecidos nuevos horizontes de crisis en el Mediterráneo Occidental, es cuando precisamente en el Magreb se produce la increíble ascensión de un morabito iniciático que desde Mauritania al Atlas predica la unión con Allah y el reencuentro y sometimiento de los musulmanes... Y lo consigue. Su nombre: Yusuf Ibn Tashufin. Su cargo, nada más y nada menos que el primer califa del Magreb y primer marroquí almorávide como tal. Estableció su capital en Marrakech y, como en todo califato que se precie, irrumpió en la historia por expandir los dominios de los "musulmanes africanos" por el este magrebí (chií) y hacia el norte andalusí (sunní).

Tras la famosa batalla de Sagrajas (Extremadura), uno a uno fue incorporando Ibn Tashufin los emiratos andalusíes hijos de la fitna califal a su mapa central africano. El imperio musulmán y africano almorávide, sunnita "reislamizado", rigorista y rígido, en común comunión con la más estricta ortodoxia coránica, iba a reintroducir al Islam hispano hacia los primeros tiempos del período de los gobernadores omeyas tres siglos antes. Y frente a los cristianos hispanos, reiniciar la yihad conquistadora que se difuminó al edificarse el Estado omeya andalusí. Esta irrupción trastocó (pero no derrotó) la esencia práctica del Islam andalusí que si bien quedó relegado políticamente por la furia islamista al campo de la "reeducación", la posterior caída y colapso de los almorávides y su sucesión, también peninsular por los almohades, fue ablandándose y terminó por diluirse ya entrado el siglo XII. El vacío peninsular provocado por la marejada magrebí le otorgó al campo hispano-cristiano más territorios peninsulares con el monarca Fernando III de Castilla y al arábigo andaluz rehacerse en las fronteras del Reino Nazarí de Granada con el sultán Ibn Alhamar. Tal como ambos pactaron y ambos respetaron. De aquel pacto entre dos reyes hispanos de religiones y culturas en liza y convergentes, o no, a intervalos históricos en la península Ibérica, se llegó más tarde al pacto final que escenificó la firma capitular de la entrega de Granada, por Muhammad XII (Boabdil) a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla en 1492. Este pacto capitular era un acuerdo mutuo rubricado en Santa Fe (Granada) por el cual el Reino Nazarí granadino (el último Al Andalus) se incorporaba a las coronas de Castilla y Aragón y donde estos dos reyes se comprometieron a respetar los derechos de la población musulmana andalusí inscrita y descrita en las denominadas Capitulaciones de Santa Fe; unos derechos que fueron conculcados a sangre y fuego a partir de 1501 con la arribada a la ciudad de la Alhambra del cardenal Ximénez de Cisneros que diese paso a la famosa quema de miles y miles de libros religiosos, científicos y manuscritos escritos en árabe clásico en la hoguera que, a tal fin, mandó emplazar en la céntrica plaza de Bib Rambla. Luego ya vendrían las de innumerables disidentes en la inmediata calle Oficios y un turbulento proceso de progromo y sistemático acoso contra la mayoría étnica morisca del antiguo reino moro, como antes lo habían experimentado en sus propias carnes los judíos sefardíes... Y que terminaron con su expulsión final en el fatídico año de 1492.

Oficialmente, o sea, históricamente y a muy grandes rasgos, les he expuesto un recorrido interpretativo por el alma medieval de lo que hoy reconocemos como Reino de España. Se evidencia que en los ciclos históricos tanto como los actuales, son los hechos y las personas los que han ido desgranando nuestro común patrimonio con moldes diferentes en su forja, pero con igualdad en la defensa de sus valores. En este sentido cultural, yo que soy andaluz, valoro (pero no asumo) la implantación neoconservadora cultural y política de un "modelo único españolista" que tiende a diferenciar para la desigualdad enfrentando para ello al Islam con Occidente o al revés. Como granadino, a la hora de enfocar la vista de la Alhambra, siento que fue mi cultura andalusí la que me legó, para su conocimiento y disfrute, este sin igual conjunto monumental. Sin embargo, para otros, la Alhambra se entrevé como un genuino "botín de guerra" ya que: "los moros nos invadieron y cuando los echamos nos dejaron esto". Y si a esto le unimos la decisión real de quedarse para siempre en mi tierra a los reyes Isabel y Fernando, construyéndose todo un panteón en gótico florido (algo insólito en la historia medieval en Andalucía Oriental) de la magnífica altura artística de la Capilla Real granadina, la conclusión es que sobre todo lo moro en este país hay aún tal grado de esquizofrenia que, en relación a nuestro pasado medieval hispano-árabe, "aún no se sabe qué hacer con Al Andalus", tal como cita el excelente y prestigioso arabista español Pedro Martínez Montávez. Esta dual visión histórica y actual, que también pasaré a desgranar, sobre la herencia musulmana andalusí en España está siendo ahora mismo la cosmovisión interpretativa más sugerente y facciosa que circula por las mentes yihadistas en las dos caras del mundo en este tiempo presente.

Desde luego que la más mediática resulta la de Al Qaeda. Cada vez que se acuerda Ayaman al Zawahiri, lugarteniente de mister Laden, de Al Andalus, simplemente lo difunde y en seguida aparece la cita desde el Faro de Vigo hasta Isla Perejil. El Partido Popular español siempre utiliza las enunciaciones de al Zawahiri como puro instrumento de erosión contra el Gobierno. Incluso un líder que dícese ser demócrata y cristiano, llamado Jaime Mayor Oreja, llamó a rebato conforme condenó al recientemente aprobado y nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía de servir "a una reentrada islámica en España". Más no se puede pedir ¿Habrá que trasladar la Alhambra piedra a piedra a Cangas de Onís por si acaso? Es sintomática la enfermedad que anida en el primer partido de la oposición que, de entrada, da crédito -tal como siempre realiza el señor Gustavo de Arístegui- a las afirmaciones invasoras de su partener Mayor Oreja o Javier Arenas y que, por contra, las directas amenazas de Osama ben Laden vertidas contra la participación española en la invasión y aventura iraquí cuando ellos eran Gobierno de la nación, quedasen en aguas de borrajas. Esa actitud de insolencia frente a la verdad, hostil contra quienes negábamos sus razones y altanería ante las advertencias que unos pocos les hicimos desde el campo de la investigación, fue la que nos trajo el 11M con su infame matanza ¿Que ocultaron a este país que dicen tanto aman conforme Aznar forjó un minigabinete de crisis con los señores Federico Trillo, Javier Arenas o Jesús Ángel Acebes -entre otros- y cuyos conspirativos documentos e informes desaparecieron? ¿Es que los lejanos desiertos y escondidas montañas a los que hizo referencia Aznar sobre los autores del 11M no conducen acaso al Principado de Asturias y a la "Mina Conchita"?

Mas no es mi intención aquí entrar a debate político alguno sobre temporales mediáticos del inmediato pasado y si a José María Aznar le hace sentirse más patriota recibir la ansiada medalla republicana del Congreso norteamericano que la de más doméstica del carolino Toisón de Oro…, pero como periodista-arabista, por tanto, al servicio de valores cívicos no partidarios, sí debo de reprocharle al sanedrín de este asilvestrado y contumaz grupo político su lamentable y profundo desfase cómplice frente al concepto de terrorismo para un sólo bando y su escasa observancia de las reglas de juego democráticas cuando no son ellos los que gobiernan. Y lo digo en voz alta porque estos dos huevos de serpiente se alimentan dentro y fuera del mundo arabo musulmán a un ritmo de crecimiento dramático gracias a la permisiva tolerancia y apoyo continuo que tienen los neoconservadores españoles hacia la política antiárabe del Estado de Israel y también sobre su defensa hipócrita y servil de la política conculcadora de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional de la presente administración Bush en Washington. El alineamiento del PP con el ala radical del complejo militar-industrial anglosajón en su cosmovisión reduccionista y unilateral de la aventura en Irak y la confusión interesada de la derecha española en torno a su "exculpación" dado su apoyo sonámbulo a ésta, es el mejor caldo de cultivo para sus contrarios yihadistas. Mientras el presidente honorífico del Partido Popular, José María Aznar López, aboga por la inclusión del Estado sionista dentro de la OTAN y favorece los intereses sectarios del universo más neoconservador de EE UU, sus socios de partido proclaman que "lo de Irak es el pasado" y, encima, pretenden hacer naufragar al Gobierno de la nación en sus compromisos ONU en Afganistán... Su rencor inquisidor e impericia democrática para saber administrar su derrota en las urnas un 14 M de 2004 ya les obliga a radicalizarse y encastillarse tanto o más como en sus orígenes dictatoriales hiciesen los señores Aznar, Acebes, Zaplana y ese nomenclátor opusdesino, que añorando una democracia orgánica en sus años juveniles, les hizo bifurcar la vigente Constitución Española de 1978 con las caudillistas y extintas Leyes Fundamentales del Reino a las que tanto se debieron y tanto más acataron.

Mientras en los ocho años de Gobierno de Aznar y del PP se urdían secretas alianzas exteriores y se enrolaban en la aventura iraquí (donde España tenía "muchas y grandes cosas que ganar" según nos dijo el embajador de Jauja, Jeff Bush, hermano chico del presidente George W.) y la economía hacía posible que se necesitasen en el mundo laboral manos de fuera del país y los inmigrantes llegaban y llegaban, ante este fenómeno, se decidieron por expulsar de España a un primer grupo, en un avión y dopándolos con inocentes botellas de agua mineral. Con ello indicaba el señor Mayor Oreja cómo su ideología católico-derechista enfocó este grave asunto humanitario frente a los irregulares magrebíes y subsaharianos.

Con anterioridad a este desaguisado, en noviembre de 1992, ya el Gobierno socialista de Felipe González sí que supo enfrentarse con acierto gubernamental a la dinámica producida por el asesinato alevoso por una banda armada de extrema derecha (comandada por el guardia civil Luis Merino) de la ciudadana dominicana, Lucrecia Pérez Matos, en Madrid. Estos dos polos van a significar, y mucho, desde esas fechas y hasta la actualidad cómo la derecha hispana más asilvestrada se solapa por simpatía dentro de las filas del Partido Popular en España y cómo la sensibilidad del progresismo humanístico de la izquierda plural y diversa hispana enfocó la temática de la inmigración -ya fuese irregular o no- con medidas mucho más civilizadas y con anclaje en el marco de la realidad legal. El cruel asesinato de Lucrecia Pérez marcó un antes y un después en España sólo superado por los actos racistas y antimusulmanes de El Ejido en general y antimarroquíes en particular en la provincia de Almería, una caldera xenófoba que se agitó y alimentó con la sensación gubernamental conservadora de indigencia frente a esta problemática social, laboral y cultural. Este basamento de El Ejido sería la segunda cadena de enfrentamientos con Marruecos (la primera lo fue el referéndum pro-Frente Polisario celebrado en Andalucía) y que tuvo como colofón el insólito episodio del islote Perejil, donde Aznar clavase su pica imperial, a renglón seguido metiese a los EE UU en el juego del Estrecho y, luego, utilizara a Argelia de punta de lanza como socio privilegiado frente al "expansionismo marroquí". Esta ruptura del marco diplomático en el Mediterráneo Occidental y la consiguiente fachada atlántica, tardaría hasta la llegada de Zapatero a La Moncloa, en encauzarse debidamente tal como ahora ocurre. Y que dure.

Conforme España necesitaba de nuevas visiones eficaces para asimilar el cambio histórico de ser país de emigrantes a serlo de inmigrados, mientras la derecha hispana se empecinaba en agudizar la división en el eje norteafricano y miles de empresas (nada de izquierdas) se nutrían de una fuerza laboral irregular, mal pagada y mal vista de entrada, miles y miles de musulmanes magrebíes (principalmente marroquíes) se iban asentando como podían (como ya antes de ellos lo hiciesen cubanos, dominicanos y ahora ecuatorianos o bolivianos).

Las diferencias culturales de estos colectivos, sobre todo en materia de ataduras espirituales, fueron configurándose tan irregularmente que durante el último año de permanencia del PP en el Gobierno las autoridades españolas desconocían con datos en la mano la implantación exacta en España del número de mezquitas e imanes que pululaban por la Piel de Toro. Desconocían sus fuentes de financiación, aportaciones nada transparentes en las mismas y los fines político-religiosos a los que aspiraban. Era un tiempo donde yihadistas confesos reclutaban sin controles de seguridad a ciudadanos musulmanes de terceros países (esencialmente magrebíes) para, con posterioridad, atentar en la misma España. Esto último unido a la fusión entre delincuencia común y delincuencia político-religiosa de raíz y origen yihadista, contorneó al movimiento iniciático que atentó en Madrid un 11M de 2004 (y que intentaron de nuevo hacerlo contra el AVE) y cuyos jefes, ya sí perseguidos abiertamente por la policía, se inmolaron en Leganés días después de la matanza de Atocha. Con el comunicado de sus autores implicando culturalmente a Tarik en el 711 y el apoyo previo e inmediato de Al Qaeda a la masacre (en vendetta por el apoyo del PP a la aventura iraquí) el "alto mando" del yihadismo asesino -desde entonces- no ha dejado de renombrar a Al Andalus y al Islam medieval en cuantos comunicados estiman oportunos. Estas alusiones "míticas" muy bien orquestadas mediáticamente hacia el plano actual, desdibujando con ello una nueva meta, "la recuperación de Al Andalus", entronca muy generosamente con los miedos racistas de la derecha hispana, manteados por cuarenta años de dictadura franquista, dentro del engranaje psicológico y político-social de la más rancia derechona representada por el Partido Popular, los Legionarios de Cristo, el Opus Dei, los movimientos neocatecumenales, la extrema derecha unionista en general y los grupúsculos fascistas y neonazis en particular que ahora son el mortero faccioso que aúna en torno suyo el conjunto de esta derecha españolista escasamente europeísta y que ve su reflejo de poder futuro en los neoconservadores anglosajones, con su visión frentista y belicosa del mundo presente.

El Partido Popular y el Islam tienen agendas y vasos comunicantes, eso sí, que se ajustan solapadamente según sus intereses del momento.

Mientras clamaban contra el Gobierno socialista a razón de la inmigración irregular, olvidaban criticar o controlar la que, en lujosos yates de lujo, desembarcaba sin cortapisas de ningún tipo en Marbella o Puerto Banús y que no sólo financiaba mezquitas en garajes y cortijos. Sus alcaldes, reprimiéndose el don Pelayo de cómic que llevan dentro, inauguraban las nuevas en España (como la de Granada) con opacas, sospechosas e inquietantes actividades. Alcaldes del PP, concejales de este partido pro Conferencia Episcopal Española y sus abundantes allegados clientelares -acudían todos en simpática turbamulta- invitados a la Península Arábiga por sus gobiernos teocráticos y rigoristas a conocer este área tan democrática e igualitaria, sobre todo, con los derechos de la mujer y las minorías no musulmanas. Esta complicidad, en el tiempo y desde que el señor Álvarez Cascos anduvo recorriendo múltiples carteras de Gobierno, abrió nuevas puertas con el Islam más ortodoxo, con sus Estados teocráticos más impermeables a la modernidad y con algunas vitales empresas nacionales del mundo de la energía, además de forjarse nuevos negocios con otras inversiones fácticas de la industria armamentística.

Para no perder el paso hacia este puzzle islámico y arabo-musulmán, el Gobierno de don José María Aznar carecía de información. Los accesos a la confidencial o secreta, en su mayor parte, venían dados por aportaciones y versiones anglófonas o francófonas. La carencia de informantes propios que dominasen la lengua árabe, los múltiples dialectos derivados de éste o el farsi iranio, eran una venda en los ojos para los ambiciosos intereses gubernamentales del Gobierno Aznar y, lo que es más llamativo, un lastre muy pesado para recorrer eficazmente por las autopistas de los negocios globales que usan la suya propia, o sea el árabe, más allá del inglés funcional.

Por diversas razones que se relacionan con lo más arriba mencionado, se tomó la agencia de noticias progubernamental española Efe para introducirse más y mejor dentro del campo informativo de los países arabo-musulmanes. En este sentido, se instaló a inicios de los años 90 del pasado siglo XX en Granada una sede que bajo la denominación "Efe Internacional Árabe"; nos dijeron iba a ser "la puerta" donde la fluidez comunicativa entre el mundo árabe y España iba a acrecentarse. Y para tal fin se organizó una redacción que, como es debido, estaría acompañada de los traductores correspondientes del árabe al español y viceversa. Esta delegación internacional, ya a finales de los 90, contaba con pocos medios y menos clientes entre los medios informativos del mundo árabe, aun así, continuaba funcionando como si tal cosa. La información periodística es una cosa y otra los "otros tipos de información" que ya en Efe Internacional Árabe en Granada se daban la mano. En 1998 el FBI norteamericano investigaba por Granada a algunos miembros del equipo de traductores e intérpretes de esta delegación informativa entre los que destacaba un sirio llamado Tayseer Alouny. Antes de que las más altas torres de Nueva York ingresaran en el libro de récord terroristas contra la humanidad, servicios de inteligencia, nacionales y extranjeros, andaban por Granada recabando información sobre "redes islámicas", grupos musulmanes y con todo lo moro que se movía por la ciudad de la Alhambra. En estas fechas, Tayseer Alouny, visitó la Asociación de la Prensa de Granada para solicitar su ingreso ya que, al parecer, también era colaborador de algún periódico en lengua árabe (aparte de intérprete y traductor), pero el presidente en esos años y la junta directiva que comandaba le denegaron esta aspiración por "no reunir los requisitos necesarios".

Mientras, se notaba por Granada una actividad inusitada de personas que no eran quienes decían ser, de serpientes con bolso y cocodrilos con gafas, de multiplicidad de periodistas difíciles de contrastar y de investigadores de todo lo moro que aún se movían (aunque ya se comentaba por la ciudad entre los musulmanes que había demasiadas personas extrañas haciendo preguntas pringosas). A Tayseer Alouny, según se nos dijo, Efe le encomendó irse a Kabul a trabajar. Pero mi sorpresa fue mayúscula conforme vi a mi apreciado amigo Tayseer con un micrófono de Al Yazira en calidad de corresponsal de esta televisión qatarí; nada más y nada menos que en el entonces denominado Califato Talibán de Afganistán. Para mí saber cómo pudo ser todo esto, confieso, continúa siendo, más que un misterio, un puro enigma. Y cómo fue posible realizar la famosa entrevista con Osama ben Laden, como comprenderán, me supera, pero cierto es que sólo hay posibilidad de entrevista si ambas partes afectadas se coordinan para realizarla.

El año de tan famosa interviú fue curiosamente la Asociación de la Prensa de Granada la que galardonó a Tayseer Alony con su premio internacional por la consecución de esta entrevista (premio que yo mismo le entregué en la gala anual un año después) y me reconfortó enormemente que unos años antes le ningunearan mis colegas granadinos por atreverse a pedir su ingreso en el colectivo periodístico local y, por artes que continúo sin dominar, ahora le aplaudiesen con tanta profusión y boato... Y eso que ya la justicia española lo mantenía ocupado. Por ello, mi sesera periodística no termina de completarse conforme ya antes del 11S el Gobierno conservador de Aznar jugaba a los espías por Granada y el FBI también ¿Realmente creen ustedes que no había información previa a que algo muy gordo estaba preparando la entonces escasamente conocida Al Qaeda? ¿Sabía Aznar que la entrada de España en el conflicto iraquí le iba a reportar un acto similar al 11S? Las decisiones del Gobierno español de entonces fueron probablemente las más temerarias e insensatas que un gobierno constitucional haya tomado nunca en la reciente historia de este país ya que, ninguna de ellas, evitó que bajo su mandato España sufriese la furia del mayor acto terrorista cometido en su territorio... ¿Y para este suflé estaba Efe Internacional Árabe? ¿Para difundir los contenidos de la cumbre de Las Azores? La respuesta dada vino después y el silencioso y hermético cierre de este cenotafio también.

El posicionamiento prosionista del PP y de su presidente honorífico unido a su estrecha relación con el complejo militar e industrial del lobby anglosajón dominante en EE UU, su enervada oposición a la Alianza de Civilizaciones propuesta por la ONU y a la negación de una Europa fuerte, está metiendo al Partido Popular español dentro de lo que nunca, bajo su férreo control partidario, deberían haber permitido sus militantes; Manuel Pimentel no lo toleró ni como militante ni como ministro. Los diputados de este grupo político que votaron sí a la aventura infame de Irak y corean su antieuropeísmo españolista, se sitúan dentro del arco preferido por Washington en su estrategia en Europa y por ello, Mariano Rajoy con su núcleo duro prointervencionista se siente "reserva de Occidente" y en esta ocasión, nada espiritual ni mística, sino todo lo contrario. Conforme Bush hijo ruge desde la Casa Blanca, en España, Aznar, Rajoy, Acebes, Zaplana, la cólera de Aguirre y el resto del PP, ponen la marabunta.

Esta alienante cultura bélica del unilateralismo vista como una "cruzada" anima y mucho a sus dos polos. Uno, el correspondiente a esta facción occidental-prosionista. Otro, su contrario: el islamismo yihadista. Ambos se alimentan e interactivan mutualmente a través del mapa mundi y según que región o continente, se enfrentan o combaten sin límites legales ni componendas internacionales. Es aquí donde don José Luis Borges pone potente foco de luz y refiere que para denunciar el canibalismo sólo basta con no practicarlo. Por ello si Abú Graib, Guantánamo, los miles de secuestrados vía aérea, la tortura inquisitorial y la bomba inteligente son las picas flamencas de los nuevos "cruzados y sionistas", sus contrarios no escatiman tampoco en ocasionar daños irreparables contra los otros inocentes... Y que justamente también son los nuestros. Así, el reclutamiento de yihadistas para trasladarse al Asia Central u Oriente Medio e inmolarse por Allah para alcanzar el Paraíso del justo, se realiza preferentemente en Occidente, sobre todo en Europa y dentro de ella, España es uno de los países elegidos. Se estima que, al menos, seis yihadistas por mes se han ido trasladando desde España al Asia Central y otros lugares de conflicto desde el 11M de 2004 ¿Se imaginan a un centenar de musulmanes yihadistas hispanohablantes en Afganistán barriendo las ondas de radio de las tropas españolas allá desplegadas? ¿Se los imaginan controlando sus lugares de ocio, trabajo y alrededor de sus bases? ¿Recuerdan cuántos agentes del CNI cayeron abatidos en emboscada tan simple como traidora durante el sonámbulo Gobierno Aznar en Irak? Mientras se mantenga este reto perpetuo entre contrarios despiadados y donde los "gorilas de ochocientas libras" (según comentase doña Condolezza Rice a los ministros europeos de Exteriores) se te sienten tanto en la mesa de los gringos como en la de los moros, ningún espacio estará seguro dentro de este contexto perverso y luciferino. El Reino de España, tras el 11M, continúa siendo objetivo estratégico de Al Qaeda y sus franquicias político-religiosas instaladas en la yihad global. La existencia de un Gobierno socialista y muy comprometido con los valores posmodernos, democráticos y cívicos no partidarios, no exime a España de potenciales nuevos atentados. Pienso que tal como la coyuntura internacional se está contorneando, el principal eje de trinchera (aparte las acciones que puedan superar a las de Atocha) se ha desplazado al norte de África. Son preferentemente las ciudades coloniales de Ceuta y Melilla y el Reino de Marruecos (junto con Túnez, Argelia, Libia y Egipto) los espacios superiores para nuevos actos terroristas. El espacio inferior circundante lo compone el área que va desde el Cuerno de África, por todo el Sahel subsahariano, hasta Mauritania y los límites del denominado "Continente de las Tinieblas". Mas en esta disertación reflejo mi óptica hacia el norte africano y área ibero-magrebí, un lugar de por sí inestable por razones obvias y un espacio resentido políticamente gracias al enfrentamiento poscolonial entre Madrid y Rabat, París y Argel y entre Rabat y Argel, donde también hay que tener en cuenta al propio Frente Polisario y sus legítimos derechos nacionales en el antiguo Sahara Occidental.

Es en este marco incompleto donde el islamismo yihadista-magrebí se está reunificando bajo la protección de Al Qaeda y su doctrina. Al enquistarse y encastillarse este refrito de políticas poscoloniales europeas y de vanguardia islamista, donde una y otra opción están condenadas a exterminarse mutuamente, es Al Qaeda, el salafismo marroquí, tunecino, argelino, libio y el potente motor de los Hermanos Musulmanes en Egipto, el que está ganando la partida a la asimetría de sus enemigos. Por ello, no es de extrañar que la nueva configuración islamista para todo este vasto espacio sea la de superar estos Estados nacionales proclamando un único "Califato Magrebí" capaz de elevar su autoridad desde Tánger a la Península del Sinaí. Y esa es la principal misión que tiene Al Qaeda en el Magreb.

Durante 2006 sucedieron hechos en este área que han sido reconocidos mas no explicados. Públicamente Rabat, que ya acusó antes de los presentes impases acaecidos tras las visitas políticas de los Reyes de España a Sebta y Mililia, a los servicios del CNI español de intentar dar un "golpe de Estado" en Marruecos, donde incluso se acusó al inocente corresponsal de un diario madrileño en el reino alauita de ser espía español, procuró al poco tiempo de publicada esta noticia echar tierra sobre este asunto; y se silenció. Sin embargo, pronto Rabat reconocía que había habido un intento de golpe, desarticulado, donde había conspiradores varios: policías y militares de tierra y otros del arma aérea. Con estas detenciones, inquietantes para un sistema cuasi medieval donde toda delación es ley, no se explicaron creíblemente las intenciones de los conjurados y no se dice si éstos pertenecían a movimientos político-religiosos organizados al margen de la ley oficial del régimen de Mohamed VI. Por lo mismo, se especula que dicho intento venía de este espacio religioso yihadista.

Cercano en el tiempo, Bruselas anunciaba una abortada campaña terrorista, esta vez, en la misma Bélgica. Los detenidos tenían tal arsenal que si no hubiesen sido arrestados, sus atentados hubiesen sido dantescos. Aquéllos eran infiltrados neonazis dentro del Ejército, un grupo de dieciocho de ellos provenientes de la misión que en Afganistán mantiene el Reino de Bélgica... ¿Encuentran ustedes alguna relación entre ambos intentos de golpe? Aparentemente no. Mas como las apariencias engañan intentaré aportar mi propia visión al respecto. Quiérase o no, las tropas destinadas en conflictos abiertos también participan (no pocos de sus integrantes) en situaciones no regladas tanto afectiva como socialmente. El síndrome por el cual los soldados de la ONU destacados en zonas de guerra africana que abusaron sexualmente de las niñas nativas de esos lugares, todavía anda estudiándose. El otro síndrome, el de Sbrenica, por el que el mando ONU es capaz de brindar con champán con los que van a matar sistemáticamente a 8.000 hombres bosnio-musulmanes desarmados y cautivos, ya nos dice algo de lo intrincadas que suelen ser las ocupaciones militares en zonas desgarradas. O ¿acaso Afganistán, Palestina o Irak no lo están ya? Creo que entre el intento de golpe de Estado en Bélgica y el intentado en Marruecos, dígase el belga con insurgentes armados neonazis y el marroquí con insurgentes armados yihadistas, existen vasos comunicantes pues en ambos casos, éstos se producen en las dos retaguardias del Mediterráneo Occidental; y casuística haberla, hayla. Y ambos pueden tener sus orígenes en Afganistán, Irak o Turquía. Mas ¿pueden los neonazis y los yihadistas reconocerse mutuamente y colaborar en coordinación? ¿Alguna vez lo hicieron? ¿Hay relaciones a día de hoy entre movimientos yihadistas y organizaciones neonazis? ¿Hay un Islam neonazi? El islamo-fascismo ¿qué es? y ¿tiene quien lo financie? Intentaré darles respuesta a estos interrogantes.

Históricamente la afinidad entre el mundo germánico y el islámico existió mucho antes de Hitler y se ha mantenido más allá de su muerte. Hoy sabemos cómo la propia Alemania democrática vendió meses atrás submarinos atómicos al Estado sionista o cómo suministró a Libia o Irak centrales nucleares y químicas hace una década e, incluso, cómo el espionaje alemán adiestró a agentes iraníes hace bien poco... Un siglo le bastó a los alemanes reunificados en 1870 para desparramar agentes secretos por toda Asia Central y el Medio Oriente buscando siempre favorecer a su país frente a sus tradicionales enemigos coloniales británicos y franceses. Mítica ya es la figura del barón Max von Oppenheim y de su inseparable acompañante, el mayor Ludloff, singulares personajes divinos en el arte del espionaje militar que acompasaban con sus oficiales ocupaciones de "arqueólogos" los caminos del enemigo. Brillantes fueron: Preusser, Wassmuss, Grobba, Von Nierdermeyer o Von Henting; diplomáticos como Von Papen, más tarde ministro de Exteriores con Hitler, o Von der Goltz, asesor en su día de Pancho Villa; e incluso banqueros como Mannesmann, quien mantuvo contactos regulares con los rifeños alzados contra España. Uno de lo agentes británicos que siguió los pasos de los alemanes hasta el punto de infiltrarse entre ellos y sabotear sus operaciones fue un árabe llamado Ahmed Jamal. Su verdadero nombre fue Aaron Aaronson, era en realidad un judío educado por el barón Rothschild que años más tarde iba a convertirse en el fundador del servicio de inteligencia israelí: el Mossad.

Todas estas actividades germánicas hicieron posible que en la I Gran Guerra, Turquía se pusiese al lado de Alemania. Si los británicos crearon a Lawrence de Arabia, ellos crearon a Hermann Frobenius (Abdel Karim) que ganó para Alemania el favor de no pocas de tribus beduinas y realizó para este país iguales hazañas que Lawrence para la Gran Bretaña. Esta corriente orientalista germana introdujo en Alemania una serie de hallazgos arqueológicos y gnósticos (fruto de sus masivas campañas arqueológicas) que, como la cruz gamada de origen hindú, posteriormente iban a engrosar las veleidades míticas de la génesis iniciática y del panteón del nacionalsocialismo.

En 1933 ya Hitler le encargó al maduro Von Grobba establecer un puente entre Alemania y el mundo islámico ya que, Francia y Gran Bretaña, vencedoras de la Primera Guerra, se lo habían repartido. Influyeron sobre Hitler para que éste comprendiese la importancia vital que contenía un mundo extendido desde el Medio Oriente hasta la India; y lo consiguieron. En 1936 éste ya reclama una cooperación total con respecto al mundo islámico entre el Abwehr -los servicios de inteligencia dirigidos por el almirante Canaris-, el Ministerio de Asuntos Exteriores, en concreto la sección de Oriente Próximo, y el departamento colonial del partido nazi, que llevaba el general Von Epp. Estos trabajos van dando sus frutos y una briosa campaña nazi en toda la zona invita a su población a rebelarse contra las potencias coloniales. Esta forja va moldeándose y logra atraer a Alemania a líderes nacionalistas árabes como el emir Chaquib Arsalan, director del Centro Panislámico de Ginebra, el socialista egipcio Ahmed Hussein, o el propio muftí de Jerusalén, Amine el Husseini, cabeza visible del Islam para todo el mundo.

Unos 70.000 musulmanes fueron enrolados en la Wermach y en las SS-Divisionen conforme la II Gran Guerra se desató. Estos soldados musulmanes euroasiáticos combatieron en muchos frentes bélicos: Normandía, norte de África, los Balcanes o el Cáucaso. Encuadrados en divisiones musulmanas u otras unidades que iban cambiando con el acontecer batallador de la contienda, supusieron para el III Reich un buen elemento a su servicio. La complicidad nazi frente al Islam, utilizado por Hitler como una nueva arma contra Londres y Moscú, creó una vasta red de simpatías donde incluso una facción chií creyó ver en Adolf Hitler al decimotercer profeta del Islam. Las legiones musulmanas del nacionalsocialismo obtuvieron por parte del alto mando alemán valoraciones diferentes, pero fueron los nazis unos deferentes aliados ya que los encuadrados en sus unidades militares, disponían de imanes propios, mezquitas y todo lo que el ritual espiritual islámico necesitaba. El decreto de Guerra Santa (Yihad) de los musulmanes contra Gran Bretaña, Unión Soviética y demás aliados, fue emitido por las ondas de radio Berlín por el gran muftí de Jerusalén, Amine el Husseini, quien en sus locuciones en árabe por el éter continuó realizando nuevas llamadas para la yihad que, además, tuvieron su eco en los frentes del Este. De todas las tropas muslimes encuadradas en las filas nazis, la más conocida (por su crueldad y fanatismo) fue la SS Handschar donde sus componentes se cubrían la cabeza con un fez rojo y fueron autores en el mayor campo de concentración de Yugoslavia (Jasenovac) de fechorías innombrables contra miles de inocentes serbios. Esta división fue la que prestó a Hitler en la primavera de 1945 en Berlín su postrero aliento bélico ya que fue la última unidad en dejar de disparar contra los rusos. Incluso tras la conclusión del nazismo y el imperialismo nipón, regímenes incipientes del nacionalismo árabe dieron refugio posteriormente en El Cairo o Damasco a algún jerarca nazi relacionado con el mundo árabe tanto como en Marbella o Alicante lo consiguieron otros.

La creación en 1948 del Estado sionista tras una larga e implacable campaña terrorista judía, primero contra los británicos, luego contra los sirios, los libaneses, los egipcios, los jordanos, los árabes en general y los palestinos siempre en particular, ha ido despertando entre la opinión pública musulmana y arabo-islámica cierta simpatía por el mundo germánico de la época nazi. La obra de Hitler, "Mein Kamp", logran editarse en Líbano en lengua árabe durante 1996. La posterior actitud beligerante del primer ministro iraní, Ajmadineyad, en torno a las conclusiones occidentales sobre el Holocausto y las continuas sugerencias iraníes al respecto de cómo Israel hoy trata a los no judíos, han puesto sobre la palestra internacional que los métodos empleados por el Ejército sionista y su Administración de Estado contra la población palestina y árabe se asemejan a los que en tiempos los judíos europeos recibieron de los nazis. Incluso un premio Nobel de Literatura de la talla humanística de José Saramago denunció en el mismo Israel (de donde se le expulsó por mandato del general Sharon) este insólito "apartheid" que tanto se parece a lo que sufrieron a manos de los nazis los propios judíos. Con este damero maldito entre la extinta "conspiración Germano islámica" y el presente sólo deseo indicar que ni todo lo que reluce es árabe malo ni todo lo israelí que acontece es sionista bueno. El legado más terrorífico que la humanidad hereda del nacionalsocialismo es que introduce el asesinato industrial en nuestra memoria colectiva. Y además, establece protocolos de anulación y propósitos para el genocidio moderno que del Berlín mágico de Hitler pasan a las manos rusas, a las americanas, a las francesas y británicas... Y luego a las israelíes. Este aprendizaje para el exterminio del contrario, gradualmente aplicado, sin que le tiemblen las manos por ello, y que va pasando espartanamente de un gobernante sionista a otro, puede ser uno más de los factores por los cuales las masas arabo-islámicas simpatizan con ciertas actitudes iraníes, más arriba descritas, donde el enemigo histórico de Israel (el nazismo) el propio sionismo de Estado necesita mostrarlo periódicamente y convencernos mediáticamente de que todavía existe, ya que si se certificase su defunción desde hace más de cincuenta años, el victimismo de Israel correría el riesgo de verse reflejado ante sí mismo y por sí mismo como el mejor alumno post mortem (tras Sudáfrica) de un renacido neonazismo a la sionista.

Es en el conjunto de todo este contexto donde publiqué, aquí en Granada, en 1998, mi libro proscrito "La Mezquita de Babel". En él glosé como en Suiza, a partir de iniciados los fértiles años 60, se reinicia un neonazismo vital que ya hoy tiene tres ramas definidas. Una, la propia de su brutalidad ideológica amamantada por sedimentos muy violentos, pero exentos de inteligencia política adscritos a movimientos juveniles aculturales como son los denominados skin heads, de raíz tanto germánica como anglosajona. Otra, los propios manejos y urdimbres del Estado sionista que, como ya acá he reseñado, está muy familiarizado con intervenir de cualquier manera, tanto ultraviolenta como sibilinamente, dentro y fuera de la casa de los árabes. Conocidos son ya los intentos exitosos orquestados por Tel Aviv para destruir a la OLP de Arafat y al propio Arafat, apoyando como hicieron a Hamás y Hezbolá. Con ello, el irreductible sionismo de Estado se aseguraba, como ahora ocurre, dividir al pueblo palestino para garantizarse mayores anexiones territoriales y con ello anular la vía palestina para construir un Estado digno de tal nombre. Y la tercera, dentro de esto último, también Israel, en Europa y América, participa a través de terceros y cuartos en aprovechar al máximo la falta de estructuración jerárquica del Islam para infiltrarse y así reconducir, tal como hicieron con Hamás, movimientos islámicos a modo de nuevas cofradías capaces de confundir para dar imagen de integridad musulmana, pero que de puertas adentro y sólo para los elegidos, en realidad son sectas peligrosas, tapaderas para futurible terrorismo durmiente, o simplemente terroristas comandadas por un líder "supremo" que, a la par y en este caso, sincretiza el Islam con el nazismo tal como ocurre en la denominada Comunidad Islámica en España (antiguo Movimiento Internacional Morabitún), radicada en la ciudad de Granada que, compuesta por pseudomusulmanes europeos conversos al Islam, se autodefinen como "la puerta de reentrada del Islam en Europa". Para quienes le entretengan las cábalas que sepan que a la extraña mezquita propiedad de esta secta sincrética y nazi-islámica su primera piedra se la puso un alcalde granadino del PP muy amigo del señor Álvarez Cascos y todo un ministro marroquí de Asuntos Religiosos y que, años después, otro alcalde granadino del PP la inauguró como si se tratase de un nuevo tramo de autovía hacia el Paraíso.

Por todo lo anterior, se observará que sí hay intereses creados en torno al Islam que no necesariamente están nucleados ni por los musulmanes suníes ni por los chiíes. Sus enemigos también participan interfiriendo, allí donde pueden, para indisponer al Islam contra Occidente y, con ello, arrimarse el ascua energética y las simpatías políticas a su injusta causa. El "islamo-fascismo" no es otra cosa que un invento mediático protosionista de la Casa Blanca que, exhibido como un espantajo, intenta endulzar su causa belicista que, al inicio de su destape guerrero, ya se apresuró a denominarla sin ambages "nueva cruzada". Las conexiones interesadas entre el Islam fanatizado y el nazismo cómplice de nuevo cuño puede que no vengan dictadas de abajo arriba sino todo lo contrario. Históricamente he reseñado muy someramente cómo lo fueron en un mundo y en un tiempo que ya jamás retornarán por igual camino. Sin embargo, en estas horas de nuestro tiempo presente, con nuevos actores en lucha continua en Oriente Medio, Asia Central, el Magreb y hasta en la filipina isla de Joló, tanto el Islam desenfocado, como el nazismo renacido y reutilizable, son dos armas diabólicas que agitadas maquiavélicamente por un bando o su contrario, continúan siendo de destrucción masiva, en este caso, tan silenciosas como dañinas en su némesis de odio mutuo; como las dos primeras fases que describen la inmediata aparición letal de una plaga de langosta.

Los extremos en liza, no sólo se tocan, también colaboran entre sí para alcanzar sus fines sin importarles los medios para alcanzarlos (la entrevista de Al Yazira a ben Laden lo fue). Todo vale para anular al contrario y es porque no triunfe este luciferino concepto por lo que debemos deslindar muy sabiamente la mala yerba yihadista del laborioso grano musulmán, Y cívicamente, sin módulos partidarios, acorralar a los movimientos que apuesten por el odio social y recusar a todos los Estados que los alientan y promueven; que financian y apoyan con infames mecenazgos y patrocinios. El Al Andalus (con Sefarad) que diese alma a la humanidad desde la Península Ibérica no ha muerto. Está dentro de lo que hoy es España y Andalucía. El Reino de España es, quiérase o no, el legítimo heredero de su cultura y su pasado tanto como lo represente el principado de Asturias, pues Covadonga en su minúscula belleza interior como Medina Azahara en su excelsa grandeza, son parte vital del sustento de la propia España. El uno no hubiese existido sin el otro y, entre ambos modelos, nos han legado lo que hoy somos. Invocar desde la frontera paquistaní que "hay que recuperar Al Andalus" resulta por tanto un argumento estresante y baldío esgrimido sólo con la finalidad política de recrear la inquietud y, a ser posible el miedo, en Occidente.

Lo que sí ocurre es que, de cara al universo islámico, este argumento visto como propaganda alqaedista continúa siendo un aldabonazo de rebeldía antioccidental que resuena, y mucho, en la maltratada conciencia de los árabes y musulmanes en sus países y Estados. Y esto último es lo que habrá de corregirse internacionalmente con la proyectada Alianza de Civilizaciones, donde España tiene la misión de recuperar para Oriente y Occidente, para el Norte poderoso y el Sur modesto, el gran puente califal cordobés que en su día hermanó la orilla andalusí del conocimiento místico de Ibn Al Arabi con el humanismo hispánico y universal de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz en la Europa del medievo. La presunta meta de un nuevo Al Andalus dentro de las invocaciones propagandísticas de Al Qaeda no nos resultarán otra cosa más que la de recordarnos -a unos y otros- que la pervivencia de su mito continúa siendo un asunto rentable para su tan eficaz como dinámica publicidad político-religiosa y un instrumento imprescindible para reclutar yihadistas con los que continuar extendiendo asimétricamente su influencia nihilista.

Muchas gracias por su atención.


Nota

[1] El presente texto se corresponde con una conferencia pronunciada el 30 de noviembre de 2007 ante la Asociación de la Prensa de Granada.

Descargar PDF

Arriba

 

ÍNDICE

Materia - Compulsión

Ilusiones de humo. Sentidos y sinsentidos del consumo femenino de cigarrillos.
María Luisa Jiménez Rodrigo

Fumando espero o el tabaco es sagrado. Judit Bembibre Serrano y Lorenzo Higueras Cortés

El miedo a la musa: arte y droga en la segunda mitad del siglo XX: Andy Warhol y la Factory, Jean-Michel Basquiat, Damien Hirst. Victoria Quirosa García

La soberanía del consumidor. Antonio Martínez López

Compulsión y extremismo político. Carlos Almira Picazo

Materia - Eliade

Eliade y la antropología. José Antonio González Alcantud

Antropología y religión en el pensamiento de Mircea Eliade. Pedro Gómez García

Mito y sentido en Mircea Eliade. Una crítica fenomenológica. José Eugenio Zapardiel Arteaga

Chamanismo y psicopatología. Lorenzo Higueras Cortés

Mircea Eliade, el novelista. Constantin Sorin Catrinescu

Varia

El concepto de lo impolítico. Javier de la Higuera

Divagaciones semióticas. Mirko Lampis

Al Andalus: meta o mito de Al Qaeda. Tomás Navarro

Del inconsciente óptico al síntoma. Cine & Psicoanálisis hoy. José Luis Chacón

Un ejemplo de análisis de una obra renacentista: el motete Absalon fili mi, atribuido a Josquin des Prez. Enrique Lacárcel Bautista

Galería

Fuga. Eduardo Barba

Lecturas y relecturas

Il dissoluto punito, ossia Don Giovanni Tenorio de Ramón Carnicer. Francisco José Comino Crespo

Veinticinco años de la última poesía hispánica. Mariano Benavente Macías

La Tempestad Serena de José Gutiérrez. Mamen Cuevas

José Luis Baca Osorio. Cuatro libros en uno. Pilar Gómez Ordoñez

Literatura y traducción de Wenceslao Carlos Lozano. PGO