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Ouroboros

Ouroboros
Publicación semestral - ISSN:1988-3927 - Número 3, septiembre de 2008
Varia
Glosario de (contra)psicología y guía de conversación: (II). Adaptación

Lorenzo Higueras Cortés y Judit Bembibre Serrano
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Crisótemis.- ¿Qué hace falta para que te muestres sensible?
¿Dónde está tu sentido común?
Electra.- Me lleva a escapar lo más lejos posible de vosotros.
C.- ¿Y no haces mención de tu vida presente?
E.- ¡Pues es bella mi existencia como para admirarla!
C.- Pero lo sería, si aprendieras a razonar con cordura.
E.- No me enseñes a ser infiel a los míos.
C.- No te enseño eso, sí a someterte a los que tienen el poder.

Sófocles

Las leyes del comercio son leyes de la naturaleza y, por consiguiente, leyes de Dios.

E. Burke

Fulcro que permite bascular desde el ámbito (que se trata de obliterar para mejor fundamentar la disciplina) de las condiciones que hacen posible la psicología como técnica de control y normalización al de lo biológico.

Se presenta pues el, por otro lado evanescente, objeto de la dicha psicología como del orden de lo natural, lo que eo ipso naturaliza el desorden social que puede postularse entonces, en una primera reducción, incluso como producto de los individuos que lo compondrían, reducidos a su vez al puro animal con voz dotado.

La invocación de tal fiel, como vemos, representa prima facie los siguientes movimientos:

1) la reducción de las contradictorias relaciones sociales y las contingentes ambivalencias históricas a las tendencias genéticas orientadas teleológicamente al éxito adaptativo (el darwinismo y el conductismo con su sujeto operante suponen la consolidación de la causa final como eficiente); éxito adaptativo del que de manera pertinaz se olvida señalar que, en todo caso, no coincidiría con ganar dinero sino con tener cuantos más hijos mejor, lo que por el contrario tienden ha perpetrar quienes menos están en condiciones de ofrecerles una vida digna, pecado que ya nos señalaba Malthus, maestro e inspirador de Darwin [1]. Tales tendencias metafísicas cubren la función de los decimonónicos instintos y, como éstos, son proclives a multiplicarse y a dotarse de una justificación circular. De donde podremos identificar un conjunto de genes encargados del gusto por los huevos fritos, como de forma neta se desprende del propio consumo de los mismos, con más o menos fruición en según los así llamados individuos. Noción ésta de individuo o, llegado el caso, pseudoconcepto -en tanto las articulaciones ideológicas que permite-, como la propia de adaptación que tratamos de glosar ahora, que parece tener un sentido biológico, en más o en menos, por cuanto el propio individuo es, por mejor decir, polo de un proceso, como el elemental ejercicio de contener la respiración unos segundos, arriba o abajo en función de las capacidades atléticas -es decir, de sufrimiento según nos indica el recurso al étimo- explicita palpablemente al más recalcitrante solipsista; pero que, importación falaz y fementida al psicoámbito, extermina toda oportunidad de resonar que tal denominado psiquismo (con tanta razón denostado por los gnósticos) lejos de quedar como encerrado en los sesos (esplendente de nuevo la frenología en forma de neuroCiencias, como si para entender o significar algo desde los colorines que se aprecian en las multiformes pantallitas de las técnicas de neuroimagen no fuera paso necesario y previo el atribuir o asignar significación a lo que está por verse; a la orden de ¡piense en algo agradable! tal vez se despliega un precioso verde turquesa, un índigo imposible o un magenta delicado en monitor carísimo, de donde, con toda certeza cuando no con punica fides, se desprende como un higo en sazón que, allá donde tales fulgores son, allí con exactitud se asienta y señorea el sentido del placer, por más que cansinamente aparatejos semejantes presenten localizaciones disímiles en todos y cada uno de los “individuos” así experimentados, como otros tantos, según se dice “patrones de actividad cerebral”, de los que las referidas reproducciones en colorines que se nos entregan representan una media -entre, por mantener el ejemplo, el placer que a mí me proporcionan los mencionados huevos fritos y más con chorizo de mi pueblo y el que a mi delicado vecino le surge de la contemplación de un robusto varón peludo- y olvidando, insistimos, que si tal cosa vemos es porque los propios neuroCientíficos la han propuesto al señor experimentado desde su propia introspección o examen de conciencia ¡ay! sin propósito de enmienda, y es que si no, pues no se entiende nada, campa más certeramente por ahí fuera, por ejemplo en el lenguaje (de ahí el reivindicado hombre espiritual gnóstico), y ello a pesar de los laudables esfuerzos de, entre otros, Nietzsche, Freud y los vilipendiados estructuralistas. Campear que indica que no es el hombre ser o en su defecto ente dotado de lenguaje sino que la cosa sucede con más certeza en contradirección.

2) la reducción de la postulada individualidad a la nuda existencia natural o biológica o animal o instrumental. En una tradición que debemos recordar de nuevo se remonta a la del estagirita, si bien (y aquí vendría la novedad proporcionada por los psicopensadores frente al preceptor del canalla de Alejandro) no en lo tangente a tal cosa y moderno asunto como el Hombre, ni desde luego a los escolásticos ciudadanos y aun preternaturales filósofos sino a la clase de los esclavos, verdaderos instrumentos parlantes. Jibarización de la humana hacienda derivada de una importación ilegítima de una matriz bioideológica, ya que acaece posibilitada por

3) la reducción de la propia biología a una caricatura de Darwin que, además de no tener en cuenta las modificaciones sufridas en el siglo pasado (evolución saltígrada y no lentas transformaciones de lo que ya no es pata pero aún tampoco ala y por tanto órgano inútil; coaptación o uso posterior y adaptado de hasta entonces baldío miembro; estabilizaciones indiferentes adaptativamente, sola joroba del dromedario o dúplice de su primo, un cuerno o dos en según cuales rinocerontes; especies y no individuos como objeto de la selección –un tumor es un soberbio ejemplo de éxito adaptativo a nivel celular–; y el largo etcétera con el que el curioso lector puede solazarse en las obras de Stephen Jay Gould), y entre ellas la mayor de la incorporación a la disciplina de los mecanismos de transmisión hereditaria, de los que nada sabía Darwin por más que el tramposillo de Mendel ya hubiera publicado sus maquillados resultados leguminosos (nada menos pues que el nacimiento de la genética y sus correspondientes especulaciones sobre el papel protagonista del azar en las mutaciones de los genes) desconsidera el desconcierto del propio fundador de la biología científica ante el comportamiento altruista de hombres y hormigas.

De igual modo, la psicología se aferra no a una concepción de la física actual y delirante (cuyo Big Bang por ejemplo es tan similar y complaciente a la caricatura de la evolución; sería incluso pura evolución en atención al principio antrópico) sino de nuevo a una hipersimplificación idealizada (o tebeo desprovisto de los guiones de Kuhn, Feyerabend o Foucault –y antes Nietszche y antes Spinoza–) de la decimonónica, y no menos delirante, biología.

La tutela de la adaptación, pues y en resumen, permite reducir lo histórico a lo genético (a su vez distorsionado y aminorado) a través de las etapas previas de definir las formaciones sociales por los individuos (pseudoconcepto de importación espuria) que la compondrían y a éstos por su mera animalidad.

Lo contrario es más cierto. El citado Jay Gould en su ciclópeo y definitivo libro La estructura de la teoría de la Evolución (Barcelona, Tusquets, 2004) nos propone (p. 70):

...la contingencia, o la tendencia de los sistemas complejos con componentes estocásticos sustanciales [parece que después de todo es posible que Dios sí juegue a los dados] e interacciones no lineales intrincadas entre componentes a ser impredecibles de entrada a partir del conocimiento de las condiciones iniciales, pero cuyo desenvolvimiento es plenamente explicable a posteriori. Este trabajo se tradujo en do s libros sobre el despliegue de la historia de la vida [La vida maravillosa: Burguess Shale y la naturaleza de la historia y Full House: The spread of Excellence from Plato to Darwin].

La psicología entonces sólo a través de la desconsideración de las condiciones de posibilidad en las que se producen las diversas prácticas humanas (y de los más elementales desarrollos de la biología en el siglo pasado) puede disociar sus categorías. Que el hombre también es reductible a una mera gavilla de reflejos lo demostraron de forma experimental los campos de concentración y exterminio, única situación ideal (junto con algunas de las situaciones de esclavitud pasadas, presentes y futuras) que posibilita la adaptación nudamente biológica (“si esto es un hombre”).

Guía de conversación

“hay personas consideradas raras por no adaptarse a la realidad”; “yo es que no me adapto”; “a mí me cuesta mucho adaptarme”; “yo es que me adapto a todo”; “mis jefes dicen que tengo que ser flexible y adaptarme”; “yo, según a qué cosas, es que no puedo adaptarme”; “me dicen que todos mis problemas vienen de no saber adaptarme”; “no se adaptarme a mis compañeros”; “era una estúpida que nunca consiguió adaptarse”…

Notas

[1] Para un ejemplo de hasta donde pueden llegar tales “razonamientos” véase Prieto, Blasco y López Montalvo (2008). El discreto encanto de ser masculino. Papeles del Psicólogo, 29(2), 229-241.

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ÍNDICE

Materia - Revolución

Un aposento para el fantasma: el androcentrismo en Medicina. Emilia Martínez Morante

La revolución en medicina. Tengo un amigo diabético... Alfonso Lluna Carrascosa

Reflexiones sobre el Viejo Mundo. Antonio Martínez López

Revolucionarios. Hilario J. Rodríguez

Revolución rusa y revolución mexicana. Hilario J. Rodríguez

De La Marsellesa a Eurovisión. Pablo Pacheco Torres

Varia

El nuevo cine rumano o la pasión por la verdad. Sandra Istambul y José Ángel Martínez

Un ejemplo de análisis de una obra barroca: la Fuga BWV 856 de Juan Sebastián Bach. Enrique Lacárcel Bautista

Una aproximación analítica al primer movimiento del Concerto de Manuel de Falla.
Olga Domínguez de León y Enrique Lacárcel Bautista

La traducción de un pregón callejero: la ópera El retablo de maese Pedro de Manuel de Falla. Laura Santana Burgos

Dos miradas poéticas: dos mundos poéticos actuales (José Antonio Mesa Toré y Juan Carlos Abril). Mariano Benavente Macías

Breve paseo por los confines: la península de Kamchatka. Carlos Sánchez-Cantalejo Jimena

Anomia: explorando el territorio... sin mapa. Lorenzo Higueras Cortés y Judit Bembibre Serrano

Glosario de (contra)psicología y guía de conversación: (II). Adaptación. Lorenzo Higueras Cortés y Judit Bembibre Serrano

Galería

Revolución. Sandra Istambul

Instantáneas. Marta Iglesias

Lecturas y relecturas

Il Sant’Alessio de Stefano Landi. Francisco José Comino Crespo

RILKE, Rainer Maria. Poemas a la Noche (y otra poesía póstuma y dispersa). Barcelona, DVD, 2008. Juan José Ramírez

Sobre Echado a perder de Carlos Pardo. J.J.R.

La novela perversa. Rodríguez, Hilario J. (2004). Construyendo Babel. Salamanca: Ediciones Témpora. Judit Bembibre Serrano

La espiral del mito.
Calasso, Roberto. (1990). Las bodas de Cadmo y Harmonía. Barcelona: Anagrama. J. B. S.